No era que le llamara la atención. De hecho ninguno de sus compañeros de clase había mostrado interés en fumar. Pensaba que se trataba de un hábito de los adultos, pues solo había visto a su mamá y otros familiares en ese plan.
Fue en un reencuentro con una amiga del pasado -4 años mayor- que le cambió la vida. Fue en ese café, ubicado en una zona clase media de Caracas, donde conoció a una nueva Elena ahora adolescente, rebelde, irreverente, desinhibida y muy osada.
Mientras la observaba desenvuelta con un cigarrillo entre sus dedos conversando con sus pares, Laura pensó que era genial. Fumar no era solo para la gente grande y parecía como si lo fueran.
Con esa idea rondándole en la cabeza regresó a Ciudad Guayana, dispuesta a aprender a fumar. Por fortuna no volvió a ver a Elena, poco después se enteraría que su osadía la impulsó a probar emociones más fuertes y la adicción terminó por destruirle la vida.
Laura probó el primer cigarrillo con el apoyo de una persona cercana a la familia. Sin embargo, no fue sino a los 16 años que le agarró el “truquito” para que causara verdaderos estragos en su organismo, cuando observó lo “ridículo” que se veía un compañero aspirando y botando el humo de una vez.
Por cortos periodos durante las casi dos décadas que fumó, pudo abandonarlo: “El cuerpo me lo rechaza”. Lo que no sabe es que hasta el final de sus días padecerá la adicción, el tabaquismo nunca se cura, solo es posible controlarlo a voluntad.
“Mente débil”
En el tema de la adicción al tabaco es importante destacar la influencia del grupo de pares -explica el sociólogo Juan Carlos Rosillo- muchos de quienes fuman admiten haberse iniciado en la adolescencia, así empiezan imitando a sus compañeros para ser aceptados en los grupos a los cuales les interesa pertenecer.
El especialista señala que por ser una etapa de transición y búsqueda de identidad, muchos adolescentes ven en el hábito un elemento de reconocimiento social y los medios de comunicación se han encargado de ejercer esta influencia al proporcionar “estatus” al hecho de fumar.
“No soy de quienes satanizan a los medios, pues creo que tanto la familia como la escuela deben cumplir su misión, pero hay que reconocer que a esa edad es un elemento a considerar en la identidad del joven”.
Así como le ocurrió a Laura, le ha sucedido a muchos otros. Christian cuenta que tenía 16 años cuando “se identificaba con la imagen de los fumadores”, y Javier lo hizo buscando “aceptación”: “se veía cool, chic, te daba cierto prestigio”, sensación que duró poco y el vicio más de una década.
Todos estas causas, Jean las resume en dos palabras: mente débil. “Empecé a fumar por mente débil, sigo fumando por mente débil, y deseo dejarlo pero no puedo por mente débil”.
Efectos nocivos
Cada vez que inhalamos el humo del cigarrillo se producen más de 4 mil sustancias nocivas que actuarán negativamente en el aparato respiratorio, muchas de ellas se transportan a la sangre y producen daños en otros órganos, explica Carlos Basanta, coordinador del proyecto Cardiovascular, Renal, Endocrino-Metabólico, Oncología y Tabaco (Caremt) en Caroní.
Entre ellas destaca la nicotina porque tarda pocos segundos para llegar al cerebro y es 10 veces más adictiva que la heroína. Le sigue el alquitrán, el monóxido de carbono y otros agentes cancerígenos e irritantes.
Según las estadísticas, la mortalidad del fumador es 80% más elevada y corre mayor riesgo de padecer enfermedades como bronquitis crónica, enfisema pulmonar, asma, trastornos en el estómago o los riñones, cardiovasculares: infartos, trombosis, hipertensión arterial; variedades de cáncer: pulmonar, boca, lengua, labios, esófago; y está demostrado que produce diabetes.
Una mujer embarazada fumadora causará daños al feto, aumentando la incidencia de aborto prematuro y alteraciones de la placenta.
“El humo de segunda mano, el que inhala los que no fuman (fumadores pasivos) también es un factor para la aparición de todas esas enfermedades. Y el humo de tercera mano, el olor que queda en la ropa, produce trastornos sobre todo a los niños, agudizando bronquitis, asma bronquial y otra gran cantidad de enfermedades”.
El tabaco es responsable de la muerte de 1 de cada 10 adultos. Se estima que será la segunda causa de muerte, entre las enfermedades producidas por el tabaco, como la hipertensión arterial, por lo que se considera un problema de salud pública.
Abstinencia...
Que el cigarrillo es malo para la salud se lee en cualquier panfleto, páginas de Internet y se oye repetidamente en cualquier lugar, por cualquier persona.
Pero escucharlo realmente, internalizarlo y tomar la decisión no es fácil, por eso para un fumador es preferible hacerse oídos sordos, borrar esa información de su mente y disfrutar sus 10 minutos de placer.
“Dicen que el cigarrillo relaja y quita el estrés. Lo que sucede es que al fumador le hace falta su grado de nicotina, eso produce irritabilidad, ansiedad, el síndrome de abstinencia y cuando fuma suple esa carencia que el cerebro necesita y disminuye la ansiedad. Produce dependencia psicológica y física”, explica Basanta.
Existen medicamentos que ayudan a superar el síndrome de abstinencia que produce la falta de nicotina, químicos que disminuyen la ansiedad o terapias psicológicas, pero la voluntad -opina- desearlo realmente, es la mejor medicina.
El tabaquismo es considerado una enfermedad. El fumador es entonces un paciente y un adicto. “La adicción a las drogas no se cura”, afirma el médico, y aunque la etapa de abstinencia puede durar muchos años siempre es posible recaer.
“Dejar de fumar tiene unas fases. La etapa de adicción aguda baja pero está latente. Solo con voluntad y ayuda psicológica se puede dejar definitivamente”, y si no hay un deterioro establecido en los órganos, el daño se puede revertir.
Campaña contra el tabaco
El Día mundial sin tabaco se celebra los 31 de mayo de cada año, establecido por la Organización Mundial de la Salud (OMS) debido a la gran epidemia que significa el tabaquismo y la alta tasa de mortalidad en el ámbito mundial.
Según las cifras que maneja la OMS, anualmente 6 millones de personas mueren a causa del tabaquismo, de las cuales 10% son fumadores pasivos, es decir, inhalan el humo ajeno. Y las proyecciones para 2030 es que aumenten a 8 millones los decesos.
“Más del 80% de esas muertes evitables corresponderán a personas que viven en países de ingresos bajos y medianos”.
Para contrarrestar el problema, se creó un convenio marco para la prevención del consumo del tabaco que otorga la responsabilidad a los países de imponer legalmente la prohibición de cualquier forma de publicidad, promoción y patrocinio.
“Las pruebas acumuladas muestran que la prohibición reduce el número de personas que adquieren o mantienen el hábito de fumar. Las estadísticas muestran que es una de las medidas más costo-eficaces para reducir la demanda de tabaco y constituye por tanto una de las 'mejores inversiones' para combatirlo”, señala un artículo de la OMS.
Venezuela es uno de los pocos países de América Latina y el resto del mundo -resalta Basanta- que ha hecho caso de los señalamientos de este convenio, donde se prohibió fumar en sitios públicos, se eliminó la promoción a través de los medios de comunicación y se declararon los espacios libres de humo, en una resolución aprobada por Gaceta Oficial el 02 de marzo de 2011 y en vigencia desde el 31 de mayo de ese año.
“No se trata de restar el derecho a las personas de fumar, porque aunque el fumador diga este 'pulmón es mío', lo que ciertamente es así, pero el aire que contamina es de todos”.
“La salud no tiene precio”
Muchas veces tomar la decisión de dejar el cigarrillo viene acompañada de un deterioro de la salud. Puede ocurrir temprano, o muy tarde cuando no hay remedio.
Christian dejó de fumar hace seis meses luego de experimentar una fuerte bronquitis. “Me di cuenta de lo débiles que estaban mis pulmones a tan corta edad. Me pareció que la salud no tiene precio y es un poco tonto gastar semanalmente una cantidad de dinero para deteriorar tu propio cuerpo”.
Asegura que un día se despertó y dijo: “Ya no soy fumador” y este cambio de actitud le permitió tomar la decisión sin problema. “Actualmente no necesito el cigarrillo y cuando siento el olor, me desagrada”.
Otras personas abandonan el tabaco para ganar mejor rendimiento en el deporte como Nelson que se inició en el ciclismo. Lo importante es tener una razón que impulse la voluntad de no darle más entrada a la nicotina hacia el organismo y reconocer que es posible aun años después como le ocurrió a Paulo: “Tengo apenas dos meses que dejé el cigarro después de 14 años y lo hice por salud y me siento súper bien”.
Alejandra Balliache
@aleballiache
Artículo publicado en Diario PRIMICIA
@aleballiache
Artículo publicado en Diario PRIMICIA






