Educar en valores para rescatar una sociedad

La ausencia de valores en la sociedad actual ha conllevado a la progresiva destrucción de la humanidad, pues los altos índices de delincuencia están íntimamente relacionados a una deteriorada base familiar.

A medida que los niños van creciendo adquieren valores, aquellos que los inclinan a tomar decisiones en la vida según lo que creen que es importante, bueno o malo, correcto o incorrecto. Estos valores son transmitidos desde la familia en primer lugar, luego en la escuela y posteriormente la sociedad en general influye durante su desarrollo. 

En la actualidad se atribuye el excesivo nivel de delincuencia e inseguridad a la descomposición social, a la pérdida de valores en la población por el deterioro de las familias, base fundamental de la sociedad. Entre muchos padres e hijos existe una amplia brecha que los separa debido a la incomunicación que los impide a conocerse: quién es su hijo, qué hace, con quién lo hace y por qué. 

Degeneración 
Así lo considera Orlando García, psicólogo, orientador familiar y director de la Fundación de Capacitación y Restauración Ágape (Fundacrea) y señala la tecnología, la Internet y la música como elementos responsables de la degeneración de los valores. Este declive comenzó en los años sesenta cuando inició esa búsqueda de lo metafísico, de lo espiritual conocido como el movimiento hippie, momento en que el consumo de sustancias estupefacientes como la marihuana y LSD, eran “utilizadas para alucinar y tener más contacto con Dios”. 

“En esta época comenzó la tendencia a evitar la responsabilidad con respecto al estudio, al trabajo, el deseo de libertad, de vivir independiente, de escapar a esa vida donde estaban formados unos patrones, unas estructuras que tienen que ver con los valores y el respeto familiar, la responsabilidad, todo esto fue rechazándose buscando una independencia y libertad ficticias”, explica García. 

Relata que anteriormente la gente era más reprimida y que nuestros abuelos y padres, aprendieron bajo esa estructura de castigo. “Antes una abuelita lanzaba una mirada y con eso decía todo. Habían unos valores, un respeto”. Después de los agitados años sesenta, comenzó a degradarse la sociedad con el devenir de la música rock que transmitía rebeldía y libertad: “Ahora en la década del 2000 es que se ve el reflejo de todo lo ocurrido en épocas anteriores que incitaron a la violencia, a desprenderse de los valores familiares, pues es algo que ha venido incrementándose de generación en generación”. 

Más tecnología menos comunicación 
Con el avance de la tecnología a mediados de los años ochenta, con la aparición de las computadoras y celulares, el asunto se fue agravando porque se estaba afectando la comunicación. 

“Antes el teléfono era de disco y para acceder a él era más complicado, se debía pedir permiso, se le colocaban candaditos para que no se pudiera discar y la manera de comunicarse era siempre la verbal”. Pero actualmente los padres regalan a los hijos teléfonos celulares muy costosos que tienen un uso ejecutivo, con los que pueden crear fotos y videos, a los cuales se les ha dado un uso inadecuado incidiendo enormemente en la violencia infantil y juvenil que existe. “La tecnología ha sido mal utilizada”. 

Unir familias 
Explica que cuando imparte los talleres sobre orientación familiar ha detectado que los participantes valoran más a los amigos, al trabajo y al dinero que a su familia. “Dicen que sin trabajo no hay dinero, sin dinero no hay comodidad y sin comodidad no hay familia, dejando a los hijos de último. Entonces si tu valor principal es el trabajo, es el dinero, son tus amigos y no la familia, por supuesto que ésta será descuidada y lo que se obtiene es a los hijos pidiendo atención, que los enseñen, que los ayuden, ahorita los padres no enseñan nada”. 

Observa que esta separación muchas veces está relacionada con la frustración, pues los padres transmiten es su rabia, su rencor y su desprecio al sentirse “atado” a una familia: “Muchas de las mesas de comedor están vacías, ese es un valor que hay que rescatar. Los hijos llegan de la escuela y los papás no preguntan cómo les fue, los hijos no piden la bendición, cada quien anda por su lado”. La comunicación se ha vuelto automática y los padres cada vez conoce menos a sus hijos.

Alejandra Balliache
Artículo publicado en Diario Primicia (2013)